Alba es todo amor y bofetadas

El insomnio de una noche de primavera me hizo pensar. Abrí los ojos, a ahí estaba, una foto de Alba con una bocina. 100% ella.

Si al día siguiente de conocerte, Alba planta su mano (lógicamente por algo está pegada al resto de su cuerpo, sino sería una especie de mano de la familia Adams, que nunca me acuerdo de su nombre... digresión estúpida) bien abierta y con toda la fuerza que la ley de la gravedad imprima al ente sólido en tu mejilla (la familia Adams no tenía mejillas andantes, ¿no?), estás perdido. Le gustas, y ten por seguro que en siguiente SanX se acercará a ti con los ojos llorosos, o llorando directamente, y te declarará amor eterno. Puede que además consigas la bonificación Mote Ridículo o Apelativo Cariñoso.
Si eres un buen tipo, quedará contigo para ir a cenar al Carballo (bendito Carballo) aún sintiéndose culpable por no estar empapádonse de la sabiduría (eufemismo para chapar como un bar de Churruca a las cuatro y media) que le proporcionan sus libros de Industriales III, el retorno de Termo.
Pongamos por caso que te gusta el cine independiente (indie entendido en el sentido más estricto de palabra, es decir, Tarantino no cuenta; estamos hablando de coproducciones francolibanesas, ¡por Dios bendito!) Bien, llegado a este punto, pasarás una tarde (y cuando digo tarde, me refiero a cuatro o cinco horas) con ella en La Rosa Negra jugando al Triv... tomando una clara.

Y ahora, pon a prueba su amor. Vete de Erasmus y desaparece por diez meses. ¿Sabes lo que hace Alba?
a) Va a visitarte a tu destino Erasmus.
b) Te deja comentarios en cada entrada de tu blog. Porque se acuerda de ti, y quiere saber qué tal te va todo.
c) Echas de menos su potencia vocal así como su tonito en ocasiones irritante (eufemismo para bordería)
d) Todas las anteriores son correctas y además... la quiero.