"Bueno, marcho pa cama que ya se acabó el fútbol"

fútbol o futbol.

(Del ingl. football).

1. m. Juego entre dos equipos de once jugadores cada uno, cuya finalidad es hacer entrar un balón por una portería conforme a reglas determinadas, de las que la más característica es que no puede ser tocado con las manos ni con los brazos.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados

Hace unos días me acusaste de abstracta. Me dijiste que algunos de mis textos eran demasiado herméticos (o por lo menos eso fue lo que yo deduje de tu é que ás veces és moi filosófica) y que algunos no eran sino delirios de mi cada día más sinuosa mente (interpertación mía de vaiseche a olla)
Y siguiendo la linea marcada por la entrada anterior, seré transparente.



Como sabiamente dicen los del Gadis, un domingo sen aldea, non é un domingo. Pues bien, para mí el domingo significaba aldea y vuelta a casa con Pepe Domingo (creo que esta entrada debería estar patrocidada por el día del Señor) y Paco González con sus puritos Reig (cuando aún se podía hacer apología del fumar) su jamón Guijuelo y su ronda informativa cada quince minutos. Cuando en el coche de papá se oía el Carrusel Deportivo. Estoy hablando de la época del Carlos Tartiere, de Mendizorroza y de chilenas de Rivaldo.
En casa, como en cualquier casa, se ve la Liga, la Champions y la copa del Rey. Cuando no hay Mundial o Europeo o el Celta no juega la UEFA. (D'oh!)
Y es que el fútbol es tan grande como insignificativo; el fútbol es puro espectáculo; al estilo de las luchas de gladiadores en la antigua Roma, donde las la plebe es el respetable, las vestales, el palco y el César, el Presidente.
Al venir a Lisboa, me arrebataron mi ración de ordinariez los domingos por la tarde, los martes y miércoles por la noche y cada vez digo más vou para cama, que non hai fútbol.



¿Qué te parece? He sido como un libro abierto, repitiendo hasta la saciedad las palabras clave tipo fútbol o domingo, con datos claros y metáforas puras. Foto mía, sin más, mi habitación, sin más. Evidente, sin opacidades ni recovecos que dejen lugar a la interpretación.
Quizá ahora pueda volver a mi azotea donde las calles son como una medina marroquí y casi es mejor perderse que pagar una visita guiada.