Interrumpimos la programación para hacer una aviso. Bricomanía es un programa de televisión, no es como la vida misma.

Así de sonriente posa Iñaki con su taladro. Pantalón vaquero, cinturón de cuero marrón y camisa negra, elegante, pero informal. Los hombres en general, e Iñaki en particular, parecen tener una predilección especial hacia todos los cacharros que hagan ruído y agujeros, y si parecen pistolas... molan mucho más, ¿verdad?
Pues no. Ponte en situación. Sábado, 10:30 de la mañana. Te haces el café y te vas a la habitación, a estudiar (que dicen que no duele) Treinta minutos más tarde empiezas a escuchar un estruendo salido del mismisimo infierno. ¿Nos están atacando? ¿Ha llegado el fin del mundo y yo sin conocer al cantante de El canto del Loco? Una vez más la respuesta es no. Es tu padre, que ha desempolvado su viejo taladro y se ha puesto a hacer agujeros por doquier. Que si cuelgo un cuadro, que si coloco un extintor (?) que si monto una estantería. Papá, que hasta la fecha era un hombre tranquilote y bonachón, se ha convertido en una máquina perforatodo; el cachibache de Bosch (que igual te fabrica una lija eléctrica como el lavavajillas) es ahora una extensión de su brazo y nada ni nadie lo puede detener.
Así que te resignas a no poder estudiar porque al patriarca de la familia le ha dado un brote bricomaníaco. Que esa es otra. Una estantería, una zanja en medio del jardín para pasar el cable de la antena parabólica, una acera alrededor de casa, todo vale con tal de imitar a Iñaki. Craso error. Ya que, por mucho que uno se empeñe, una pasarela desde el portal de casa hasta la puerta principal no es algo fácil y sencillo de hacer, desengáñate.
Sólo te queda esperar que se le pase la euforia (des)constructora y vuelva a su habitual sofá, con sus habituales canales de deportes y sus habituales ronquidos hasta la próxima visita a su BricoKing más cercano. (Un Leroy Merlín cutrón, para los santiagueses)
¿Alguien más se ha acordado del entrañable Tim Allen en Un chapuzas en casa al leer esto?