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sábado, 31 de agosto de 2013

Limpieza de borradores parte V

Después de muchas semanas, he vuelto a escribir. Este blog nunca había tenido una estructura definida, ni unos contenidos prediseñados; nunca sabías qué esperar de él. No es que esto vaya a cambiar ahora, pero puesto que el orden va llegando poco a poco a mi materia gris, debería empezar a llegar al resto de mi vida.

Nos hemos mudado a un pisito en el centro de la ciudad. Es agradable poder ir andando al trabajo en cinco minutos en cualquier ciudad, pero si ya hablamos de una ciudad con más de tres millones de habitantes y más de seiscientos kilómetros de ciudad interminable, se convierte en calidad de vida.
La mudanza ha sido una odisea que empezó el día en que España se clasificó para la final y que terminó el día después de haber ganado el mundial y después de un viaje a nuestro Ikea más cercano (que, en esta ciudad, puede estar a la vuelta de la esquina).
Acabamos odiando aquel piso. Oscuro en pleno centro neurálgico de protestas y políticos corruptos. Y al final ir andando al trabajo no era tanta calidad de vida. Las calles olían a orín y maldecía si colchoneros o meregues (fíjate lo que te digo) ganaban algo. La celebración era a 100 metros de maldita ventana.  

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