Niño, apaga la música, por Dios.

1.Esta entrada es de una noche en vela.

2. Lea detenidamente solamente, repito, solamente, en días de aburrimiento extremo.

3. En caso de duda no me consulte a mí, ya que probablemente estaré más desequilibrada que usted.

Debería estar durmiendo. He programado mi despertador para dentro de cinco horas. Tengo una cita y no quiero llegar tarde. En cambio no consigo conciliar el sueño. De camino a casa, los Blues Brothers (¿te he contado ya que me encantan los Blues Brothers?) me han ido cargando de energía más o menos positiva, pero energía al fin y al cabo.
La casa está prácticamente en silencio. Sólo se escuchan los murmullos del púber de mi hermano y sus amigos (de esos que se van pisando las hormonas) en el piso de arriba. Seguro que están una a ver una porno y en vías de quedarse ciegos. O quizá ya estén ciegos, quien sabe. Si es que tienen quince años, si no lo hacen ahora, ¿cuándo van a hacer semejantes chorradas? Siempre con la "juventud de hoy" a vueltas, yo la primera. Despotricando a diestro y siniestro contra los jóvenes adolescentes, que fuman, beben, hacen peting (lo que viene siendo arrimar la cebolleta, pero en inglés, que para algo tenemos pogramas tipo SOS Adolescentes o Física o Química)
Es que mis padres no me entienden. Amigo Sagitario, si tus padres estuvieran en tu cabeza para poder entenderte quedarían estupefactos. Tanto, que les entraría ganas de devolverte al vientre materno de donde viniste o de mandarte a un internado de esos que tan de moda están para recogerte cinco años más tarde con los brazos abiertos. Tus padres no te entienden y no sabes lo felices que son por ello.
El caso es que, bien pensado, servidora no era tan distinta. Eran otros tiempos, cierto es. Pero también lo serán dentro de diez años y, qué coño, sigo siendo un poco teenager.
Por cierto, mi cita es con la urna electoral. No seas crío, no faltes tú tampoco.
Por supuesto, la eterna adolescente. El estandarte de los años de granos y escozor es...