
Hoy es lunes y como todos los lunes vuelvo a escribir la lista de cosas que hacer durante la semana en una pizarra en blanco. Después de Económicos: Credit Suisse e Interpretación: tutoría Bacigalupe tengo escrito Barcelona. Quizá no sea más que un arsenal de ilusiones sin demasiada justificación, aunque no puedo evitar pensar en todo de lo que dejaría de ser testigo si no fuese. Los lugares que no conozco me fascinan y Barcelona no es menos. Además me ocurre algo curioso: en los últimos meses, por haches o por bes (¿Creéis que debería haber acentuado la palabra bes?) he viajado bastante (tres) veces a la ciudad condal y cuantas más esquinas doblo, más enigmática se me antoja.
Esto es así: para un mosense la Gran Vía de Vigo es una carreretera de pendiente inclemente y yo, que, para bien o para mal, cada día soy más olívica, me maravillé con los rascacielos varsovianos o con las calles de Born barcelonés.
La otra opción es Madrid, que es una carretera... de pediente inclemente. O no. Llegados a este punto... ¿Son simplemente ganas de salir del valle del Louro y entonces cualquier destino vale o son ansias por vivir en un lugar mágico que, en parte, me haga volver a Lisboa?
El caso es volver a volver. Como todos los lunes. En una pizarra en blanco.
Esto es así: para un mosense la Gran Vía de Vigo es una carreretera de pendiente inclemente y yo, que, para bien o para mal, cada día soy más olívica, me maravillé con los rascacielos varsovianos o con las calles de Born barcelonés.
La otra opción es Madrid, que es una carretera... de pediente inclemente. O no. Llegados a este punto... ¿Son simplemente ganas de salir del valle del Louro y entonces cualquier destino vale o son ansias por vivir en un lugar mágico que, en parte, me haga volver a Lisboa?
El caso es volver a volver. Como todos los lunes. En una pizarra en blanco.
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a ver, princesa, dime...