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sexta-feira, 8 de outubro de 2010

Política, fútbol y chorizos (sino-nimia)


Durante las últimas semanas (cuatro, casi) me he entretenido en convertirme en una madrileña de palo.

Todo empezó a principios  de septiembre cuando decidí empadornarme, y Dios sabe que no ha sido una decisión fácil: este año no podré votar nuestro querido vecino Miguel, Aldea para el Faro de Vigo, en las elecciones municipales. Malo será, Migheliño... Tengo, sin embargo, la posibilidad de perpetuar la tiranía anticiclista del Gallardón o abogar por la revolución deportista de Lissavetzky. O votar a los verdes o al partido en favor de la legalización de la marihuana. Más chicha tienen las de la Comunidad: Tomás Gómez (equivalente en política a lo que los estadounidenses llaman la chica de la casa de al lado) remará y remará para que los madrileños pierdan (l)a Esperanza. Una vez más, PUM + J o el antitaurino se perfilan como opciones válidas. Y que con las elecciones en Madrid, me pasa como las de Europa: no entiendo muy bien para qué sirven.

El siguiente paso estaba claro: ir a un partido del Madrid. Hace quince días la visita de Cebe fue la excusa ideal para ir al júrgol. Pues bien, querido, he de decir que han sido los 30 euros más aburridos de mi vida.

CAMACHO MODE ON
Ya para empezar, que eso no es fútbol, hostia. Antes de empezar el partido suena Nessun Dorma de Pavarotti, cuando lo que tenía que sonar era algo bien distinto. Después, el himno del Centenario, también bastante operístico, todo hay que decirlo. 
El público en silencio como si estuviera viendo teatro del bueno, solo unos cuantos aplausos cuando alguno de los mariquitas corría más de la cuenta o marcaba un gol. 
Los ultras hacían algo más de ruido, pero en el Coliseo blanco casi no se escuchan la gradas bajar. Dato curioso: en el minuto 7 empezaron con el illa, illa illa, Juanito maravilla
Ya no quedan hombres, coño.
CAMACHO MODE OFF

Y para acabar: el hurto de mi adoraba bici. Algún choricillo de tres al cuarto robó con nocturidad, premeditación, alevosía y unas tenazas la bicicleta que tanto servicio me había hecho hasta aquel momento. Cutrerío en estado puro, ya que el vehículo sustraído era más viejo que mear de pie y el freno delantero le iba de aquella manera, vamos, que no le iba.


Ya llegó el otoño al Corte Inglés.



2 comentários:

  1. Yo por eso soy del Celta hasta la muerte. Vamos, que como diría el Sr.Gómez lo llevo hasta lo más profundo de mi corazón (!).

    De la bici ya te comenté que hasta que no le pongas una alarma de estas que si no le das al mando hacen "piiiiiiiiiiiiiiiiiii" no vas a poder dormir tranquila...si pequeña si, lo digo por experiencia.

    De política no hablo, que en casa Fuentes los domingos se descansa!

    A cuidarse!

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  2. Buenísima esta entrada (como todas, la verdad). Me ha hecho muchísima gracia lo de (l)a Esperanza, pero la verdad es que a esa mujer no nos la arrebata ni Belén Esteban (que, por otro lado, sigo escéptico con lo de que sería la tercera fuerza más votada en España...).

    Tengo una curiosidad (espero que no impertinente): ¿por qué te hacen feliz las narices grandes y amorfas? Me ha resultado muy llamativo cuando lo he visto.

    Y sí, en el vestuario blanco hay mucho mariquita.

    Un saludo

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a ver, princesa, dime...