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sexta-feira, 30 de setembro de 2011

Como estamos nuestro señor... Parte 2


Madrid en agosto se quedó vacío. No es que fuese malo, las terrazas estaban llenas de sitio y la ciudad se quedó con una paz especial (e inquietante si la sufres más de dos semanas seguidas)

Y, de repente, la marabunta. La masa. El horror. 

Desde el 16 de agosto hasta el 21 pulularon por la ciudad millones de peregrinos píos y beatos dispuestos a disfrutar de la visita del Papa, eran las Jornadas Mundiales de la Juventud. La juventud, por lo visto, es papera y se reúne cada equis tiempo (cuando la ciudadanía se ha olvidado de la reunión anterior, supongo) para ser píos y beatos en compañía los unos de los otros. En compañía de los unos, de los otros y de los de más allá, es decir, la gente de a pie, atea (o agnóstica o lo que sea) y muy pecadora. 

Analizando detenidamente la situación, le vi muchas lagunas al plan este de la muchachada católica, la verdad, y me surgieron varias cuestiones.

¿Cómo es posible que casi un millón de jóvenes y jóvenas se hayan dejado engañar para irse de vacaciones en AGOSTO y A MADRID? ¿Nadie les avisó de lo de los cuarenta grados a la sombra? ¿De que todo iba a estar cerrado? ¿De que el Manzanares es una cuenca seca?

¿Cuáles son los horarios de rezo y oración, exactamente? Lo digo porque yo cojo el metro en la cabecera de la línea a las 7:30 a.m. y no tenía sitio donde sentarme por los peregrinos. Que no es que me importe ir de pie, pero ¿a dónde iban a las siete y media de la mañana cantando cantos gregorianos? 

Bien es cierto que vivir en Little Santo Domingo (aka Cuatro Caminos) con el reggaeton puesto 18 horas al día ha mermado mi gusto musical (estoy convencida de ello), así que igual me equivocaba al pensar ganas de matar aumentando cada vez que veía un mojigato con guitarra. Lo que sí agradecía era volver a mi barrio de salidos por las calles y de oyememamis, esto es, de personas sanas y en contacto con sus instintos sexuales sobredimensionados. 

Iggy Pop, el pecador
En su momento, también me cuestioné la necesidad de instalar 200 confesionarios móviles en el Retiro. Pero al final lo entendí: nunca sabes cuándo te va a entrar la necesidad acuciante de confesarte en chino cantonés.

Lo de la misa a las dos de la tarde en una pista de aterrizaje también es fantástico. Ni un toldito, ni una triste pérgola, una lona, qué se yo. 

Obviamente, no voy a entrar en el tema de la financiación del evento y de todo el merchandising con el que contaban los penegrinos. Tampoco en un debate más amplio sobre las ideas concretas de esta "juventud del Papa", ya sabes, eso de las relaciones prematrimoniales, el uso de los anticonceptivos, del aborto, de la eutanasia, de la homosexualidad... porque la verdad es que se me ve más el plumero que al mayordomo del señor Sheffield

Como estamos nuestro señor. Yo te lo digo, MUTONTOS. 


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a ver, princesa, dime...