Molinos

Gigantes en Castilla

sexta-feira, 30 de setembro de 2011

Spin off de Como estamos nuestro señor...

Al volver a abrir el editor de Blogger, me he encontrado con esta entrada antigua, de allá por febrero. Y así se completa la temática religiosa de este espacio, que me voy a quedar ciega.


Me robaron el bolso. El lunes tomando una cerveza en el barrio más trendy y cool de Madrid, algún mangante muy estiloso decidió que mi maravillosa americana negra de manga 3/4 no era digna de ser sustraída. El bolso, un retal viejo y mohoso de mis años de instituto, sí lo era. La moraleja es en realidad la advertencia número uno al venir a una gran ciudad: no dejes el bolso donde no puedas verlo, aunque lo tengas en la silla de al lado. Yo llevaba muchos meses tentando a la suerte, como a mí gusta: viajar sin tarjeta sanitaria europea, ir a Turquía sin pasaporte, dejar el bolso en la silla de al lado...
Como es costumbre ya, después de tantos años de pérdidas, robos, es-que-tiene-que-estar-aquíes, apareció la cartera... en una iglesia (es costumbre que aparezca, no que tenga que a casa de Cristo a buscarla)
Nunca he sabido tratar con los curas. En general, nunca he tenido que hacerlo y cuando fui a recoger mi preciada cartera* (el bolso había desaparecido definitivamente) no sabía como dirigirme a él: ¿padre? ¿monseñor? ¿susan?
El prelado se alegró enormemente al pensar que tenía una nueva feligresa, tan joven y maleable, pero cuando le dije que solo quería mi cartera, el brillo de sus ojos se tornó en resignación. 
Me había escrito una relación de tarjeta y estampitas que había encontrado en la cartera: el carnet de conducir, la tarjeta sanitaria, la de Sephora, la estampita de Santa Lucía de Leobalde y el carnet de un selecto y poco decoroso club de amantes del amor propio. Bendijo mis ojos, que Santa Lucía te los conserve. Dios le oiga, padre. Cogí la cartera* y me fui por donde había venido, aunque muy en el fondo deseaba haberle ofrecido al cura los descuentos de la tarjeta del sexshop, para darle algo de alegría al cuerpo, hombreya.
*Por Dios, ¿no existen sinónimos de cartera?

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a ver, princesa, dime...