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Gigantes en Castilla

terça-feira, 17 de janeiro de 2012

Basado en hechos reales

Al próximo que me diga que yo es que soy un desastre por dejar los pantalones en el respaldo de la cama le haré escuchar la discografía de Wendy Sulca sin piedad alguna. 

Una persona-desastre debe cumplir algunas cualidades básicas. A saber:



Un día en la vida de un desastre.
El día en que se queda de puertas para fuera
porque no tiene llaves. 
  1. En al menos un 70% de sus viajes debe tener algún altercado con la documentación. La gravedad puede oscilar entre perder la cartera dos días antes (fácilmente solucionable: las comisarías ya prevén estos contratiempos y te permiten hacer el DNI en el mismo día), olvidarse el DNI en casa dos horas antes de coger el avión (reza para tener un buen hermano en casa que te la lleve en el último momento al aeropuerto) o, ya para los más proficiency, olvidarse el pasaporte en España durante un viaje a Turquía. 
  2. Tenedlo claro: NUNCA regaléis una cartera a estos individuos. El promedio anual de billeteras, monederos y demás accesorios porta-documentos-importantes ronda las cuatro o cinco unidades. Inútil esforzarse. 
  3. Algo parecido pasa con los teléfonos móviles. Estos especímenes debería(mos)n tener un carné identificativo que nos vetase en tiendas PhoneHouse. Limitadles el uso de esmarfons y, por supuesto, de aifons ni pensarlo. Algo parecido a los mafiosos. Uno o dos y de tarjeta, que total la permanencia...
  4. La persona-desastre debería tener al menos tres juegos de llaves de casa. Sin llaveros. Todo con tal de evitar cuarenta y cinco minutos de espera a la puerta de casa a que algún compañero o compañera de piso llegue.
  5. Si algún objeto es de gran relevancia para la vida de estas personitas, se lo olvidará. Los desastres son especialistas en (casi) fusilar ocasiones familiares únicas e irrepetibles, dejándose, por ejemplo, la cámara de fotos a seiscientos kilómetros el día de la boda de una tía.
Pero luego hay quien va más allá. Hay quien combina todo en uno. Veréis. Pongamos un nombre ficticio de una persona-desastre ficticia. Digamos Tonia (de Antonia).

Tonia pierde la cartera el martes. Por supuesto, se da cuenta de que pierde la cartera mientras la busca porque necesita dinero para hacer una copia de las llaves que ha perdido previamente. Encuentra las llaves, gracias a Dios. 

Tonia tiene que viajar el jueves a la boda de su tía, Sary. Va a ser la fotógrafa oficial de la boda, así que está muy contenta. El miércoles va a una comisaría de policía a hacerse un nuevo DNI. De momento no ha recuperado ni el carné de conducir, ni la tarjeta sanitaria (que, por cierto, necesita para ir a buscar una medicación importante), ni la tarjeta de fichar en el trabajo ni la tarjeta del banco (que, por cierto, necesita para vivir), ni el abono de transporte (que necesita para moverse por Padrid, una gran ciudad)

El jueves tiene su DNI. Lo básico. Bien. Llega al aeropuerto de Jarajas y se da cuenta de que se olvidó de la carísima cámara de fotos, con la que había prometido un reportaje gráfico a su tía Sary (a la que, dicho sea de paso, adora). No pasa nada, llama a su amiga Alidia, que vive con ella. 

- Alidia? Tesme que facer un favorciño... 

Alidia le manda la cámara de fotos por mensajería privada y urgente. Llega tres horas antes del enlace. 

Puede parecer que la historia de perder la cartera un martes acaba aquí. Pero no. 

Una semana más tarde, Tonia tiene un abono por días, mucho más barato que el abono de transporte original, pero que le puede valer de momento. Sigue sin recuperar ni el carné de conducir, ni la tarjeta sanitaria (que, por cierto, necesita para ir a buscar una medicación importante), ni la tarjeta de fichar en el trabajo ni la tarjeta del banco (que, por cierto, necesita para vivir). 

El martes siguiente, el abono por días se le ha acabado. No tiene más pases. Pero ella no lo sabe. Está sola en el trabajo. 

No tiene dinero cash, que dirían en Padrid, ni posibilidad de sacarlo, pues...
Sigue sin recuperar ni el carné de conducir, ni la tarjeta sanitaria (que, por cierto, necesita para ir a buscar una medicación importante), ni la tarjeta de fichar en el trabajo ni LA TARJETA DEL BANCO (que, por cierto, necesita para vivir)
Manda un correo a recursos humanos diciendo que abandona su puesto de trabajo porque... 

Sigue sin recuperar ni el carné de conducir, ni la tarjeta sanitaria (que, por cierto, necesita para ir a buscar una medicación importante), ni la TARJETA DE FICHAR DEL TRABAJO  ni la tarjeta del banco  (que, por cierto, necesita para vivir)
Baja. Llega a la parada del bus e intenta pasar el ticket por la máquina. Ahora ya lo sabe. Su trabajo solo queda a una hora andando de su casa. Bien. 

A los dos minutos se acuerda de todas las personas a las que dio la contraseña de Spotify, porque su aplicación deja de funcionar. Otro usuario está usando esta cuenta

A medio camino se acuerda de cuando al salir pensó Bah, ya cago en casa más tranquila, total llego en seguida. 

Al llega a casa se acuerda de que tiene que hacer la tarjeta sanitaria y escribir una entrada, porque una vez más, las musas no la pillaron trabajando, pero casi. 





1 comentário:

  1. Yo una vez perdí un botón. Creo que nadie puede perder tantas cosas como tu (y enontrarlas luego)

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a ver, princesa, dime...