Queridos Reyes Magos,
este año he sido muy buena, me he portado muy bien y por eso me merezco un montón de cosas. Lo primero, dejé de fumar. Y no lo hice por la ley esta que convierte a los fumadores en parias al margen de la sociedad "limpia" y "verde" (que, por otro lado, se niega a utilizar transporte público o bicicleta o a dejar de imprimir miles de millones de papeles absurdos para sus informes pecesgordiles). Además, he empezado a nadar más o menos asiduamente. El otro día también ayudé a cruzar a una viejecita en la calle. Por eso, lo único que os pido es que me deis dos días de sol en Madrid para que pueda lavar y tender la ropa. Además quiero un millón de euros para poder dar la vuelta al mundo con mis amigos.
Atentamente y siempre vuestra, Tanya
Las pequeñas cosas. Eso me enseñaron hace tiempo que es de lo que se compone la vida. Y no te engañes, que no estoy hablando de Lennon. Al final, no puedes evitar pensar que adoramos a las personas equivocadas.
De vuelta a Madrid, todo son pequeñas cosas. Porque, si no lo fueran, me quedaría con la gran idea de que vivo en una ciudad con casi 4 millones de habitantes, que estoy sola y que tengo un montón de trámites que hacer que, obviamente y como siempre, son urgentes (aunque nunca sabré si realmente importanes). Además de ir a trabajar, de hacer cosas para clase y deberes para los niños.
Por eso una se acaba quedando con las pequeñas cosas. Disfrutando el teclear de los dedos, pensando en regalos para dar, en viajes para hacer, en cuentos que escribir.
Y ahí terminaron mis ideas. Por supuesto, no volví a la piscina, volví a fumar y rajo de las viejas.
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a ver, princesa, dime...