Molinos

Gigantes en Castilla

sábado, 24 de agosto de 2013

Viaje con nosotros...


Todos volvemos a casa algún día.

En escasos nueve días nos dio tiempo a ver Porto, Coimbra, Sintra, Belém, Graça, Oriente, Baixa, el Chiado, Bairro Alto (por la noche y de aquella manera), tres miradores, el siempre amable barrio de la Mouraria y hasta el Car Glass de Avenida de Roma. Los viajes siempre son accidentados, de una manera u otra.

Ejemplo 1 
Lisboa, julio de 2009
Encontrándose mi Citröen C3 negro estacionado en la vía Almirante Reis de Lisboa, la ventanilla del lado derecho sufrió un golpe seco quebrándose del vidrio y quedando el interior del vehículo a merced de los perpetradores. Ante la ausencia de objetos de valor que sustraer del mismo, los infractores se hicieron con un paquete con una ingente cantidad de chicles.
Esperemos al menos que les haya quedado el aliento fresco.

Ejemplo 2
Berlín, julio de 2008
20.00: La joven gallega aterriza en el aeropuerto de Berlin Schönefeld.
20.10: Encuentra el tren que la llevará a la majestuosa estación central de Berlín donde enlazará con un ferrocarril para Polonia.
20.30: Llega a la majestuosa estación central de Berlín donde nadie parece saber hablar inglés y, por lo tanto, nadie puede ayudarla.
20.40: Primera llamada a Basia, que se encuentra en Polonia esperando por nuestra heroína gallega.
Es posible que no llegue hoy, no encuentro el tren que tengo que coger...
20.45: Un
amable trabajador de la DB le indica que debe dirigirse a la estación este de Berlín para coger el tren.
20.50: De camino a la estación este, algo ocurre en las vías y el vagón se detiene. En este momento nuestra amiga gallega ya sabe que el tren que tiene que coger hacia el país vecino saldrá a las 21.30, no tiene tiempo que perder.
21.00: Sigue en medio de la nada. El vagón sigue parado. Segunda llamada a Basia.
¿Me puedes buscar un hostal o algo por Berlín...?
21.20: Ha llegado a la estación este, pero los mostradores ya están cerrados. Tercera llamada a Basia, cuyas directrices son clara y concisas
¡Métete en el tren, Tanya, métete y pon cara de pena, ya pagarás dentro, no te quedes en Berlín, métete en el tren!
21.25: El tren que la va a llevar a Poznan tiene dos partes. Una parte va a Varsovia y la otra a Kiev. Ambas partes se separan al cruzar la frontera, así que debe asegurarse de que el vagón en el que entra no toma rumbo a Ucrania, porque ni siquiera tiene muy seguro donde está Ucrania.
21.26.12:
Is this wagon going to Kiev?
21.26.28:
Is this wagon going to Kiev?
21.26.50:
Is this wagon going to Kiev?
21.27. 06:
Is this wagon going to Kiev?
21.30: El tren parte con puntualidad alemana. Después de preguntar a cuatro miembros del personal para cerciorarse de que, efectivamente, el tren no se dirige a Ucrania, llega el momento de pagar. No sabe a quién ni cuánto y el hecho de que los empleados que pululan por los pasillos del tren sólo hablen polaco, alemán o ruso no ayuda.
21.40: Nuestra amiga viguesa vislumbra una cabellera morena y una voz hablando en un alemán (?) con marcado acento latino. ¡Eres español! De Castellón, sí...
Media hora más tarde Tanya tiene un billete para Poznan por el módico precio de 50€ y tres más tarde llega a su destino, donde le esperan dos botellas de cerveza.

Ejemplo 3
 Poznan-Berlín, Febrero 2008
¿Te acuerdas de la primera vez que viajamos a Berlín, Andreíta?
Habíamos hecho un viaje a Polonia y el alemán y tú habíais vuelto un par de días antes. Luego tenía que aparecer yo y vosotros que esperarme en aquella estación de trenes gigantesca. Recuerdo que pensé a ver si no me pierdo en esta estación tan grande.
En Polonia el tren ya traía tres horas de retraso, así que el que supuestamente debería haber cogido a las ocho lo acabé cogiendo a las once... de la noche. Como no sabía alemán, no entendí lo que decían por los altavoces. Por los altavoces decían que el tren no iba a llegar a la estación central de Berlín, sino a otra, en un lugar apartado y tenebroso. Y así fue. A las dos de la mañana me apeé en una estación que bien podía Villajoyosa con la única compañía de un caballero polaco y el revisor; este último, muy poco dispuesto, abandonó la estación en su coche en cuanto pudo.
Sin dinero en efectivo, las tarjetas no me funcionaban (o no tenía dinero en ellas tampoco, cosa bastante habitual), sin teléfono móvil y sin idea de polaco, debía comunicarme con aquel hombre solitario que esperaba por un taxi donde Cristo perdió el pañuelo.
Hola, soy Tanya, española... (esta es una de mis frases estrella en polaco) y antes de que pudiera empezare a intentarlo con el inglés y los gestos, el taxi apareció. Tuvimos suerte (tuve suerte) y el taxista hablaba alemán e inglés, mientras que mi salvador polaco hablaba polaco y alemán. Intepretación de enlace o relais aprendí más tarde que se llamaba eso. El bueno de... Michal pongamos, me dejó en una estación más o menos céntrica de Berlín y me pagó un billete de metro hasta el aeropuerto.
Una hora después, el alemán y tú llegasteis al final de vuestra gymkana por la ciudad en busca de la pequeña Tanya; me abrazasteis y me disteis de comer. Y esto no se lo contaremos a papá Recouso. 


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