Tengo que reconocerlo, no me gustó Amélie. Se supone que es una magnífica oda a lo que en este mundo materializado y deshumanizado se ha llamado «cosas pequeñas», una alabanza a la cotidianidad aislada en la selva que es una gran ciudad cualquiera. En Madrid (la jungla por antonomasia) he conseguido experimentar alguno de esos
«momentos Amélie», como cuando espero el metro sentada en los bancos de la estación y vibra todo el suelo y mi asiento cuando están a punto de aparecer los vagones por la vía. No obstante, por muy placentero que sea el chacachá del tren en mis posaderas, la película no me acabó de convencer.
Hace poco que encontré (?) un blog titulado Nimias, cosas mínimas que observa la realidad desde otro punto de vista, perspectiva con la que he empezado a observar Madrid... para no volverme loca de remate.
Usos de un pañuelo rojo
Si vives en Madrid: evitar morirte de frío.
Si te va el hardcore: amordazar a tu pareja como parte del juego sádico.
Si te has olvidado las pinzas de depilar en Vigo: taparte el bigote en las fotos.
ja! (con una sola exclamación porque es una onomaptopeya, o casi)... En Viena con un pañuelo rojo te entra el virujillo hasta los pulmones.
ResponderEliminarYo creo que a veces tengo momentos Amélie, pero no lo tengo muy claro. Porque no, no vi más de 10 minutos de la peli :P....pero seguro que mola eh??
besitos ^^
Para mí, una cosa pequeña es la polla de mi novio y, por cierto, no me produce ningún placer
ResponderEliminaramor... otra vez las pinzas? pero no emos aprendido nada?ai ai ai.... que ascooooooooo! mua!
ResponderEliminarHoy salí a comprarme un libro, y me encontré Los hijos de Bakunin por 3 euritos. Ya estoy leyéndolo!
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