Estoy en disposición de afirmar que el amor de mi vida es mi mano derecha. Las películas americanas nos han domesticado y las mujeres estamos abocadas a buscar un hombre fuerte y robusto que nos sintonice los canales de la televisión y corte la leña que da calor a nuestro hogar; mientras que los hombres buscan a la perfecta ama de casa, madre, mujer bella y trabajadora (aunque este último no parece requisito indispensable) que dé vida a una existencia monótona repleta de fútbol los domingos y oficina en días de semana. Ellos ganan un plus si saben cocinar y/o planchar y ellas si son independientes y aventureras, pero lo fundamental no ha cambiado tanto desde aquellas madres aprensivas cincuenteras al estilo Rebelde sin causa.
El amor de vida será aquel que pueda soportar mis antiestéticas legañas mañaneras con ese peinado alborotado (nada sexy, por cierto, otra cualidad a tener en cuenta a la hora de elegir pareja de cópula vitalicia) y la voz ronca escupiendo frases ariscas del estilo yo me ducho primero. Será quien no se moleste por cada cambio de humor, cada dolor de cabeza, cada contestación seca y falta de cariño. Supongo que simplemente por intentar adivinar como debería ser el amor de mi vida ya me he vuelto un tanto cursi, aunque supongo también que no lo puedo evitar, últimamente, respiro Sabina por cada poro de mi piel y él, aunque se las dé de canalla, es un sentimental pusilánime con el corazón roto.
Hace mucho tiempo, Laura me dijo que ella se casaría a los ochenta años para celebrar toda una vida de felicidad: ¡qué razón tenía!. Me casaré a los ochenta con un cubano sabrosón contrarrevolucionario (para aquel entonces ya nada será lo mismo)
Cualquiera que se parezca a ti... pero no existes, amor mío.
Yo soy el amor de tu vida :)
ResponderEliminarNo puede existir nadie al que no le guste tu mal despertar, con lo adorable q eres cuando amenazas con la mirada a quien se atreva a insinuar q te levantes de la cama.
ResponderEliminarBicos Licuada!