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Gigantes en Castilla

segunda-feira, 18 de março de 2013

Aquel día solo podía escuchar su pasado

Aquel día solo podía escuchar su pasado, acercándose peligrosamente a aquel dieciocho de marzo. A aquella biblioteca impregnada de efluvios post-púberes de estudiantes de primer curso.
Entre todo el legajo de papeles que le faltaba por revisar, ninguno llamaba tan poderosamente su atención como aquella hoja en blanco esperando a ser escrita.
Cuatro minutos exactos de pasado, que decidió repetir una y otra vez durante horas; dejando pasar el preciado tiempo que ya no tendría en meses, simplemente esperándolo. Viendo cómo se acercaba, peligrosamente.
Se había dedicado a soplar niebla, era sin duda el capitán cobarde de un barco naufragado. Su pasado ya no se acercaba peligrosamente; su pasado se había convertido en el único bote salvavidas, en la tabla que lo mantendría a flote.
El peligro había volado, como vuela el olor a salitre a tierra firme. El capitán cobarde maldijo su falta de valor, llegaba con siglos de retraso. Y se dejó hundir. 




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a ver, princesa, dime...