Pitofóbica (solo por un día)

Cuando lo intento con la pseudo prosa poética resulto ridículamente patética. Mi estilo nunca ha sido el rollo meloso pastelero que se traían los poetas románticos decimonónicos. No obstante, me encuentro mucho más cómoda con el modo macarra masculino, rudo y tosco. Pero todas mis expectativas de ser un macho alfa en toda regla chocan frontalmente (porque las expectativas SIEMPRE chocan frotalmente) con las infinitamente más viriles mañas (y no, no estoy hablando de aragonesas) de los verdaderos gorilas machos dominantes (ingenieros a ser posible) de una manada.

Después de un acalorado debate* y unos morros de los de "me pongo azul y no respiro" me he percatado de la procedencia de esta necesidad que parecemos tener a sentirnos princesas atrapadas en la torre a la espera de un príncipe que nos salve: la tele.

Homer Simpson (tan al uso estos días) ya nos lo advertía: la tele SIEMPRE tiene razón. Los anuncios de cremas reductoras, antiarrugas, antibolsas, antiacné, anticualquiercosaqueparezcanatural; los anuncios de coches, en los que SIEMPRE aparece un hombre conduciendo y si aparece una mujer es una macizorra femme fatal (porque, por lo visto, el resto de las mortales no sabemos), "vas a necesitar toda la vida para entenderlo", el anuncio de cerveza glorificando las conductas más primativas; la mamá que limpia la ropa de los niños y se recrea en el lanzamiento de un nuevo quitamanchas o las malditas galletitas para vencer el hambre.

Yo, que SIEMPRE he tenido los pechos bien colocados, ya no necesito sujetador y aunque no lo vaya a quemar ahora (solo por un día), a veces acabo realmente hasta el rabo de los hombres.

¿Por qué nos hacen creer que el atractivo físico parece ser inversamente proporcional al intelectual?

*Eufemismo de discusión.